--> Una mujer que enaltece su Día

Adelys Olivares

Adelys Olivares
Con la tecnología de Blogger.

Una mujer que enaltece su Día

Una mujer que enaltece su Día
SANTO DOMINGO.- Irene Rodríguez quizás sea la única mujer que agradece haber estado enferma de cáncer. Es una sobreviviente de cuatro comienzos de trombosis, un quiste dentro del hígado, otro en el intestino, y  un tumor en la vejiga. Pese a todo eso, mantiene un optimismo titánico.

Esta señora de 67 años luce firme y lúcida, habla pausado y los ojos le brillan cada vez que sonríe. Ama crear prendas, innovar en su hogar y regalar víveres a sus vecinos. Vive junto a su esposo y tres hijos en el sector San Felipe de Villa Mella, una zona humilde donde todos los residentes se conocen.

Ella dice haberse criado bajo un ambiente cristiano y ha implementado esa doctrina con los suyos. Su fe por Dios es tan firme como sus ganas de vivir feliz, sin importar las muchas razones para estar acongojada.

15 años atrás Irene era una mujer que llevaba una vida acelerada. Se dedicaba al negocio de bienes raíces, pertenecía a asociaciones escolares, participaba en actividades religiosas, comunitarias y ejecutaba los oficios de una casa. Todo eso sin mencionar los negocios propios que tenía con venta de quincallería y ropa.
[img src="/showimage.php?typeid=19&imageid=268828" height="360"/]

Esa forma de vivir la llevaron a acumular mucho estrés y eso le perjudicó en las enfermedades que más tarde la golpearon. Durante un año tuvo que someterse a un proceso semanal de quimioterapia, tomar un sin número de medicamentos y cambiar por completo sus hábitos.

Como su cáncer de colon estaba muy avanzado, los oncólogos optaron por someterla a cirugía y aprovecharon para extirparle un quiste que cargaba en el hígado. Desde entonces la vida de Irene se renueva cada día.

"El amor a mis hijos, a mi esposo y a mi mamá fue lo que me dio fuerzas para no desmayar. Y eso que a mi madre la conocí a los 22 años porque me abandonó, pero la perdoné y mientras estuvo viva la amé sin ningún rencor", expresó.

Cuenta que hace unos días estuvo en el hospital y se encontró con una señora que lloraba inconsolable al lado de su hija. Al preguntarle la razón de su llanto le contestó que había dado positivo de cáncer, a lo que Irene le respondió: "Eso no es nada, el cáncer es como una gripe si usted lo ve así. Deje de llorar delante de su hija que eso le hace daño al que esté a su lado".

¿Panacea o placebo?

Para Irene no hay medicamentos ni tratamientos que curen una enfermedad, si antes no se tiene la voluntad de mejorar.

Su receta para no ser pesimista es estar siempre ocupada en acciones positivas. Actualmente tiene su tienda y pretende abrir una escuela para enseñarle su arte a las personas interesadas.
[img src="/showimage.php?typeid=19&imageid=268830" height="360"/]

En los pasillos de la casa hay varios diplomas colgados, ya incoloros por los años, que certifican la preparación de Rodríguez en varios cursos. Ella dice que ha hecho más de 20 y tiene argumentos para demostrarlo.

"Mis manos son valiosas y bonitas porque puedo crear arte con ellas. Como ya me prohibieron trabajar como lo hacía, vendí mi camioneta, teché la marquesina y puse una tienda, además de mi taller. Lo que aprendí en esos cursos hoy lo aplico muy bien", destacó.

Agregó que las personas la visitan y suelen admirar su optimismo. De hecho, antes de acceder a la entrevista estaba acostada bajo anestesia porque le habían practicado tres biopsias horas antes, pero se levantó  para conversar con quien suscribe.

"En mi familia nunca me han visto triste. Ahora mismo tengo un quiste en los intestinos, hemorroides y un tumor debajo de la vejiga, pero eso no me detiene porque siempre doy gracias por lo que tengo y lo que me falte", contó Irene sin ningún aire de debilidad.

Gracias por el cáncer

"Le doy gracias a Dios por la enfermedad que me tocó. El cáncer me ha transformado en un ser humano mejor y por eso lo amo", confesó la inquebrantable mujer de pelo retocado y arrugas disimuladas.
[img src="/showimage.php?typeid=19&imageid=268831" height="360"/]

Argumenta que después de sufrir esa enfermedad, de la cual se vaticinan 22 millones de dolientes para el 2030, se convirtió en alguien más sensible y aprendió a valorar las pequeñas cosas.

"Antes solo buscaba y buscaba dinero; ahora me dedico a compartir más con mi familia y conseguir lo necesario para estar bien. Ahora somos todos para uno y uno para todos", aseguró.

A fin de cuentas sentencia: "Ser feliz no es un estado de ánimo, es un estilo de vida".

0 comentarios:

Publicar un comentario